Inventamos cuentos!!
La lluvia arreciaba cada vez más, los últimos destellos de luz acariciaban las fachadas de esa calle, algunos niños a lo lejos corriendo entre la llovizna. Bran miró el reloj, eran casi la hora de salida de Mía, dobló a la esquina y avanzó despacio, dos cafés, un tequila y los nervios de mirarla, le tenían los latidos y la respiración fuera de sí, respiró; a través de las gotas del cristal, pudo verla en la entrada del gimnasio, la escena que muchas veces había contemplado, y que lo había hecho sonreír, ahora resultaba triste, vacía, desolador.
La miró a lo lejos, tenía el cabello recogido, un jersey gris y zapatos blancos, la adrenalina se acrecentó cuando miró que no estaba sola, Mía conversaba con alguien, frenó por unos segundos y se acercó a la entrada, detuvo el auto y bajo el cristal.
- sube - le ordenó sin mirarla
Mía volvió la mirada extrañada, aunque lo reconoció de inmediato por la voz, y se acercó al auto un tano molesta
- He dicho que no tenemos nada que conversar Bran, ¿Qué quieres?
- Sube - repitió.
- ¡Te he dicho que no! y trató de caminar hacia la entrada del gimnasio nuevamente.
- ¡Es la última vez, sube o bajaré!
Mía se detuvo, en ese momento ya había más personas en la entrada, esperando que aminorara la lluvia para retirarse, pensó que sería muy vergonzoso una escena ahí, regreso al auto y subió a la parte trasera.
-Adelante. volvió a decir Bran. La voz con las que pocas veces se había dirigido a Mía, hizo que ella no objetara a la indicación.
- ¿Quién es él? preguntó mientras avanzaba por la calle. Mia no respondió su mirada la mantenía fija en el camino, colocó su mano en los labios como evitando discutir.
- ¿Es por quien me dejas?
No hubo respuesta, Mía miraba atemorizada mientras las calles cada vez eran más oscuras, momentos de silencio que se volvían cada vez más tensos, la lluvia ahogaba cada vez más la vista de afuera.
- ¿A dónde vamos? - Quiero bajarme Bran- mientras hacía el intento de abrir la puerta
Bran guardo silencio mientras presionaba los seguros de las puertas. La noche había caído por completo, a través de los pequeños reflejos de los pocos faroles de la calle, Mía veía el perfil enajenado de Bran, aquella figura tan familiar ahora le resultaba completamente extraña.
- Te amé- dijo por fin Bran - ¿algún día te importó?
- ¿A dónde me llevas? respondió Mía con una voz cada vez más temblorosa.
- No te haré daño, nunca lo he hecho -
Mia suspiró, sabía que no habría forma de que Bran se detuviese, tratando de ahogar su nerviosismo, colocó sus manos en su frente y cerró los ojos.
- Nunca planee esto Bran, se disculpó. - Lo nuestro fue tan lindo, tan dulce, tan diferente- y pausó, como buscando las frases menos lacerantes. - Pero un día eso se volvió tedioso, rutinario, hostigante, el brillo que me daba tu presencia se fue haciendo cada vez más y más pequeño, un día desperté y me había cansado de tus mensajes, de tus cartas... de tu presencia, y no tenía ganas de mirarte, de pensarte, de responderte... Tomó un pañuelo de su bolso y cubrió sus ojos, - Para mí fue difícil aceptarlo Bran pero las heridas que me causas superan el bien que me hace estar contigo. volvió la mirada, - Por eso me fui- continuó mientras apretaba la mochila que llevaba en los brazos.
Bran mantenía la mirada fija en el camino, lo que escuchaba era lo que hacía tiempo ya sabía, pero un último suspiro de fe lo había conducido a buscarla, los ojos le temblaban al confirmar por Mía la realidad, comprendió que todo había sido inútil, detuvo el auto y se aferró con fuerza con ambas manos al volante, contuvo su respiración, pero las lágrimas no...
Mía lo miraba sin saber que decirle, apretó los labios y miró a su alrededor, se encontraban en una colina, la lluvia casi había cedido por completo, las luces de la ciudad se miraban a lo lejos.
- ¿Quieres bajar un segundo? y su voz sonó como un suplicio
Mía no respondió, abrió la puerta del auto y bajo, Bran se acercó, ella lo detuvo y desvió su mirada.
- Oye, no temas, no soy tan tonto como para comprender las cosas, la tranquilizó mientras se recargaba en el auto, miró al cielo mientras continuaba - Cuando te conocí, cuando te enamoraste de mí, sabía que el mundo un día me reclamaría, sabía que el destino te arrebataría de mis manos y aun así te amé, aun así, enfrente mil batallas por ti, aun sabiendo que este día llegaría, volvió la mirada y tomó la mano de Mía, ella correspondió más tranquila.
- No temo dejarte ir, no temó porque eres fuerte, temía por mí, porque a pesar de que aparento fortaleza soy débil a tu lado, me derrumba imaginarme sin ti, pero hoy te dejo ir, eres libre de mi Mía, por todos los momentos que vivimos por todos los besos, por todas las noches por toda la vida que compartimos, hoy eres libre de mí...
Mía lo abrazó, en el fondo su alma respiraba al saber que Bran por fin aceptaba su decisión, le había costado a ella quizá el mismo esfuerzo que a él, pero había pasado ya esa etapa, en ese momento su corazón sintió paz y hasta un poco de nostalgia al recordar el aroma que tanto le encantaba de Bran, apretó los brazos y recargo la cabeza en su hombro...
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